jueves, 4 de noviembre de 2010

Elegía a Cayetano

Con todo mi cariño a su familia

A este jodido otoño no hay quien lo entienda. El barrio se ha quedado huérfano de ti, Cayetano, adalid de las buenas gentes del barrio de la Macarena. Paisaje desolado, aceras desnudas, árboles de cartón piedra. Los escaparates de las tiendas de León XIII muestras obscenos sus artículos, y el ruido de los coches resulta más molesto y ensordecedor. Ya no te veremos caminar con tu perro por el barrio, no podremos disfrutar de esa sonrisa iluminada, de esa mirada limpia que asaltaba nuestra pobre conciencia mientras preguntabas: ¿Qué tal tu niña? Y yo te decía, muy bien gracias a Dios. Y devolvías recuerdos para toda la familia. Caballero de una tabla redonda, sí. Caballeros como los que ya no quedan. Te fuiste en una siesta, en un suspiro, plácido, apacible. Hasta en el último adiós has sido todo un señor y como Hernández le escribió a Ramón Sijé: “Yo quiero ser llorando el Hortelano de la tierra que ocupas y estercolas…”. El mundo ahora es un lugar más inhóspito y extraño. Has dejado una huella imborrable de decencia y de cordura. Cuánto siento que te fueras tan pronto y que en tus últimos años la mala salud fuera tu compañera. Cuánto lo siento de verdad. Dejas un legado maravilloso de bondad, y una hija, Mayte, que llevará por siempre tu ejemplo por bandera y que tiene grabado ya en sus genes todas tus bellas y buenas virtudes. Mi tristeza iluminará mi canto, lo prometo, y en cada rincón, en cada recodo, en el azahar nacido del naranjo estará tu incólume recuerdo. “Compañero del alma, compañero”.


Nueva columna en EL DIARIO DE ALMERÍA, se titula "El otro Gran Hermano", si la queréis leer pinchad aquí.

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